¿Cuántas veces nos podemos equivocar?
y ¿cuantas veces aprendemos realmente de los errores?
Al final del camino, cuando miremos hacia atrás quizá veamos algo. Todo aquello que se nos escapo de las manos, ya por cansancio ya por descuido, y que por pereza ni nos agachamos a cogerlo.
A esas personas que siempre caminaron a nuestro lado, a esas otras que también lo hicieron y ni si quiera miramos, a aquellas que empujamos fuera y que al ir a buscarlas ya no estaban.
Veremos las veces que retrocedimos para ir a buscar la piedra que una vez más nos haría tropezar.
Cuanto cansancio, cuantas lagrimas y las risas que nos empujaban para avanzar.
Un camino y nosotros en el, dos ojos y una manera de ser. Diferentes personas, un mismo camino.
Querida Orión que tu viste derramar tantas lágrimas mías. Orión siempre que te busco siempre me alumbras con tu luz. Orión siempre que quise me diste calor. Querida Orión tú que me acompañas en las noches frías y cálidas. Orión que no sabes del destino tú. Orión que te he contado todas mis tristezas y alegrías aunque fuese de día y no te veía. Orión que desde mi ventana intentaba verte. Orión que al amenecer te escondes para que solo te pueda ver yo. "Cinturón de Orión" que me abrazas desde la cintura. Orión que con tu escudo me protegías y con tu espada me defendías. Orión necesito estar a tu lado. Orión tan especial eres que desde la mitología griega creían en ti. Orión quiero llegar, tocar tu cinturón y volver a la Tierra para volver a verte desde mi balcón, desde mi ventana. Orión sabes que quiero volar a tu alrededor. Tú, Orión, que sabes cuanto imaginación hay que poner para ver tu cuerpo. Orión no me dejes, otra vez no. Orión puedo notar que cuando duermo mi...
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