Son esas personas que aparecen por casualidad pero que de repente se hacen imprescindibles y que si se marchan dejan un vacío tan grande que parece imposible haber vivido hasta ahora sin ellas.
Esas que te hacen encontrar una primavera en el más crudo invierno y que sin pedírselo se quedan a tu lado para recoger cada lágrima, para compartir cada sonrisa.
Esas que te adentran en un mundo distinto para enseñarte a soñar y que se admiran de cada estrella.
Esas con las que quieres parar el tiempo porque las horas se convierten en segundos.
Esas que te hacen mirar a la eternidad y que te cogen de la mano para ayudarte a cruzar la oscuridad mientras te susurran que fuera esta el mar.
Esas que te dan las gracias por dejarles hacerte sonreír y que te hacen sentir especial.
Esas que no se callan cuando te tienen que decir la verdad y que te animan a mejorar. Esas que hacen suyos tus problemas y que jamás se olvidan de preguntar.
Esas con las que siempre te quedas corto para describir su profundidad.
Esas personas son como un trébol de 4 hojas.
Si te encuentras uno te sientes afortunado.
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