La luz de un nuevo día nos duele pero
al mismo tiempo nos encanta. Nuestros ojos no la soportan pero
nuestro corazón la adora; como separados por dos partes de un mismo
ser, uno va directamente a la luz, otro quiere esconderse bajo las
sábanas en la siniestra y reconfortable oscuridad. Un lado sabe que
la luz es buena, el otro lado simplemente lo niega. La luz atraviesa
la persiana hasta llegar a tu cuerpo que reluce en cuanto te baña, y
te despiertas lentamente mientras la luz parece que baila en su
reflejo. Abres los ojos y te arropas hasta la coronilla pero no
importa algo te dice que la oscuridad no se soporta y te precipitas a
poner los pies en el frío suelo de tu habitación. Tener miedo de
que empiece un nuevo día, un día que vives en la incertidumbre de
no saber que ocurrirá, el misterio de la vida es lo que nos mantiene
vivos, no saber que pasará, ¿que caminos están hechos y cuales
estan sin pisar?¿Cuántas más lágrimas nos quedan por
derramar?¿Cuánto miedo podemos llegar a soportar?¿Cuantas sonrisas
mandaremos más?¿Cuantas risas se perderan en el vacio?
La luz nos
ciega, la oscuridad simplemente no nos deja ver.
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